(http://www.dianearbus.net/pictures/grenade.htm, Diane Arbus, Child with toy hand grenade in Central Park, N.Y.C. 1962)

Diane, hoy se quedaron mis ojos fijos en una imagen blanco y negro del 62.

El rostro distorsionado de un pibe empuñando una granada me miraba desde el otro lado del papel. Las sombras amenazantes abarcaban casi todo el cuadro, con algunos rastros de luz colándose aquí y allá. Los árboles grisáceos y alguna que otra silueta indescriptible en el fondo, congestionaban el paisaje. La mueca grotesca del chico se colgaba de mis labios que yacían entreabiertos. Pero la mano, la otra, la que no empuñaba la granada, me atrapó, cual garra espeluznante de película de horror. Que manera perturbable que tenés de mostrar la humanidad, pensé, mientras miraba otra de tus fotos donde un gigante y sus padres son retratados naturalmente en el living de su apartamento.

Freaks, dicen por ahí. Engendros de una sociedad oculta visten tus lentes con una naturalidad permeable que atrae. Es esa magia oculta que habita en todos nosotros, pero que solo vos logras capturar con la sencillez de la vida misma.

Pensar que venís de un mundo plagado de belleza artificial… de pieles y joyas y gustos caros, de rouge y lápiz labial. Pensar que viviste a la sombra de un hombre al cual dejaste por el hombre que habitaba tus sombras.

Diane, hoy te encuentro y te elogio. Mujer de antifaces baratos, de piel de gorila, de enanos, de rubias del burlesque, de niños adultos, de estrellas de circo, dominatrices y demás.

Te idolatro hasta en tu muerte en la bañera donde tu cuerpo se descompuso antes de ser hallado. Tu mensaje es claro, no hay nada glamoroso en la vida ni en la muerte, antitesis de Warhol, tus sombras hoy disfrazan mi alma a través de esa garra siniestra que me mira desde un cuadro en blanco y negro de un pibe empuñando una granada.